Bienvenidos al club de adictos, exiliados y nostálgicos.
– Adictos al reconfortante cansancio que se siente al subir las escalinatas de El Gran Jaguar o los montículos de Kaminal Juyú.
– Adictos a la vergüenza de tener la ropa toda manchada de guacamol y salsa después de comernos una tostada en 30 segundos.
– Adictos al nudo ese en la garganta cuando ya es tarde y nuestros padres o hijos aún no llegan a casa.
– Adictos también a esa sensación de adormecimiento de la lengua y los labios luego de una buena enchilada gracias al sagrado chiltepe en un pedazo de churrasquito.
– Adictos al olor a pólvora ya sea una mañana de cumpleaños o una noche buena.
– Adictos a las lágrimas que se derraman al escuchar las notas del Himno Nacional aunque no nos lo sepamos y aunque lo sepamos, poco entendamos de lo que quiso decir el maestro Palma.
Adictos en fin.
Somos adictos a sentirnos guatemaltecos…
– Exiliados por la falta de oportunidades de estudio o trabajo.
– Exiliados por el amor, que tal vez habremos encontrado fuera de nuestros 108 mil y pico kilómetros cuadradados.
– Exiliados también por las amenazas de algún político, ya sea directa o las amenazas indirectas que nos hacen Colom y Pérez: la amenaza de gobernarnos.
– Exiliados por la pobreza y la delincuencia, que al final también es exilio por amor… por amor a los nuestros y a la vida.
– Exiliados porque nuestro país, un día se tornó inhabitable.
Pero nostálgicos también.
– Nostálgicos porque estemos en donde estemos, llevamos sangre guatemalteca en las venas y las heridas nos duelen igual (o más, según se esté impotente en la distancia).
– Porque a cien, mil o diez mil kilómetros de donde respiramos la primera vez, habremos llorado al menos una noche pensando en que ahora no basta estirar los brazos para abrazar a nuestros seres queridos.
– Nostálgicos porque no comemos frijoles y plátanos todas las noches a la hora de la cena… nostálgicos porque tal vez antes no podíamos comerlos y ahora nos llenamos de más manjares, pero solos.
– Nostálgicos porque Guatemala es grande y está en llamas, nostálgicos porque no es justo que unos pocos la arruinen y al hacerlo, arruinan nuestras vidas enteras.
– Nostálgico porque de patojos no nos interesaban las cosas “importantes”, sólo vivíamos… y como dijo Thomas La Mance, “La vida es eso que nos pasa mientras nos preocupamos por planear otras cosas”.
Así es que repito:
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Yo soy Alfa y soy adicto.
¿Y ustedes?